El guionista y director novel John Patton Ford crea un vehículo estrella que también plantea preguntas difíciles sobre el avance económico
Cuando conocemos a Emily (Aubrey Plaza), ella ya es una criminal. El primer largometraje del guionista y director John Patton Ford, "Emily the Criminal", no es una exploración de cómo Emily se convierte en una criminal, sino de cómo aprende a aceptar la criminalidad como su identidad, su don y su escape de un mundo construido para mantenerla abajo.
Este duro y duro thriller policiaco es una acusación mordaz del capitalismo estadounidense de última etapa, y un escaparate para que la estrella y productora Plaza revele un lado nuevo y acerado de su talento.
La cautelosa Emily es tan delgada y mezquina como el tenso guión de Ford. La conocemos en una entrevista para un trabajo de administración médica, nerviosa, a la defensiva y enroscada. Cuando el entrevistador le pregunta sobre sus antecedentes penales (un DUI aquí, un asalto agravado allá), Emily sale furiosa y se niega a explicar, pero, en realidad, se niega a rogar por su misericordia y perdón.
En cuestión de minutos, comprendemos la difícil situación de Emily: tiene una deuda de $ 70,000 por préstamos estudiantiles de la escuela de arte, y su trabajo como proveedora de catering corporativo apenas cubre los intereses. Vive con compañeras de cuarto en un apartamento de mala muerte en Los Ángeles, mientras que su mejor amiga Liz (Megalyn Echikunwoke, "Late Night") tiene una elegante carrera publicitaria y viaja a Portugal para sesiones de fotos. La única red de seguridad de Emily es regresar a casa a Nueva Jersey para encontrarse con su padrastro.
¿Cómo le gustaría ganar $200 en efectivo? Es ilegal, pero no es peligroso. Ni siquiera necesitamos entenderla completamente para saber que aceptará este trato. ¿Quién en su situación no lo haría?
Emily envía un mensaje de texto con el número que le dieron y se presenta a una extraña reunión dirigida por un hombre llamado Youcef (Theo Rossi, "Army of the Dead"). Le dan una tarjeta de crédito con un número robado y tiene la tarea de comprar un televisor. Ella gana $200. ¿Cómo le gustaría ganar $2,000? Ella lo haría. Y así comienza una hermosa amistad con Youcef que es mutuamente beneficiosa, al menos por un tiempo.
Vacante y disociada cuando está con sus amigos adinerados, Emily es una cifra, siempre dando las respuestas correctas. Pero cuando está en peligro, cobra vida, y Plaza hace este cambio maravillosamente en su actuación. Emily está presente, instintiva, inteligente en la calle y rápida en sus pies. Actúa sin pensar demasiado y no le teme a la violencia. Su valentía, o su voluntad de superar su miedo, es lo que la hace peligrosa. Vemos a Emily evolucionar a lo largo de una serie de incidentes y escaladas violentas mientras aprende las herramientas de su oficio de Youcef, forjando un vínculo que va más allá de los negocios.
Ford es prudente al mantener la psicología de Emily en secreto; el cargo de asalto se encuentra en el fondo, más allá de nuestra comprensión total, pero informando las elecciones de Emily en el camino. No es solo que sea capaz de ejercer la violencia, sino que su historial también es parte de los obstáculos estructurales que enfrenta.
Entendemos las elecciones de Emily porque es una trabajadora informal sin protección con antecedentes penales endeudada por sus sueños. A pesar de que gana dinero con su negocio de fraude de tarjetas de crédito, continúa tratando de hacerse un hueco en una fuerza laboral tradicional y honesta. Sin embargo, es su disgusto y rechazo a una pasantía de diseño no remunerada lo que colmó el vaso para Emily, lo que subraya la naturaleza explotadora y extractiva de las industrias creativas de cuello blanco.
Este drama social eficiente y vigorizante demuestra que se puede decir mucho con poco, y como director, Ford se enfoca en la clase baja secreta y en expansión de Los Ángeles, que se encuentra en reuniones de intercambio, enredada en el tráfico, sangrando en el asfalto, asegurando la bolsa debajo la cubierta de la oscuridad en un autobús del Valle. Presenta un mundo que está debajo de las casas en las laderas y lo puebla con personajes secundarios realistas, desde los tipos que compran los bienes robados de Emily hasta los mafiosos armenios con los que se enreda y los pomposos farsantes del mundo del arte que conoce a través de Liz.
Pero el director de fotografía Jeff Bierman mantiene su cámara firmemente fija en Plaza; ella es el ojo de este huracán, inquietantemente tranquila y siempre en movimiento. Si bien su trabajo de acento es ocasionalmente tambaleante, tanto Plaza como Rossi aportan una inmediatez de presencia a sus actuaciones. Yendo más allá del característico sarcasmo inexpresivo que la convirtió en una estrella, esta es fácilmente la mejor y más compleja actuación de Plaza hasta el momento, una señal de que está lista para un trabajo dramático más profundo o un thriller de acción más grande.
En 95 minutos, Ford despliega un LA noir descarnado y lleno de suspenso que también sirve para examinar los problemas estructurales que mantienen la desigualdad de riqueza en este país. Pero "Emily the Criminal" no intenta ser sermoneador o político, es simplemente auténtico y urgente, y la actuación de Plaza mantiene la honestidad emocional y física a la vanguardia.
Al envolver la crítica capitalista en un drama criminal sobre un individuo constantemente excluido de los modos tradicionales de avance, "Emily the Criminal" no es tanto el "Heat" de Plaza como su "Scarface". Flotando en algún lugar del espacio liminal entre la humanidad y la sociopatía, Tony Montana y Emily parecen vivir con el mismo código moralmente sospechoso y despiadado de supervivencia.
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